EL DIOS QUE YO CONOZCO

1.26. La abarcante obra de los profetas

Los profetas se ocuparon del trato de Dios con Israel en lo pasado (Ezequiel 16; 20; etc.), y dejaron lecciones importantes para la generación actual.

También se ocuparon de los acontecimientos históricos contemporáneos, señalando los propósitos divinos y la realización de su voluntad entre las naciones (Isaias 36-39; la mayor parte de Jeremías; muchos pasajes de Ezequiel; Daniel 1-6; Hageo; etc.).

A menudo, y extensamente, denunciaron los pecados de Israel (Isaias 1:2-15; 3:12-15; 9:13; 10:2; Jer. 2:5-35; Ezequiel 8:5-16; Oseas 5; Amós 8:1-6; Malaquías).

Destacaron continuamente la responsabilidad personal de los que escuchaban sus mensajes de actuar en armonía con ellos (Ezequiel 3:17-21; cf 18:25-32; 33:7-16: etc.).

A menudo instaron a realizar actos específicos (Isaias 1:16-20; Jeremías 27:1-18; 29:5-13; 38:14-23; 42:1-18; JoeI. 2:12, 13; Amós 5:4-15; Hageo 1:7, 8; Malaquías 3:10-12; etc.).

Fielmente señalaron las consecuencias del mal hacer (Isaias 2:10-21; 7:17-25; 24; Jeremías 4; 18:9, 10; 23:9-40; 24; Ezequiel 4; 5; 9; Daniel 9:3-14; Oseas 5; JI. 1; Amós 7-9; Sofonías; etc.) y del bien hacer (Isaias 1:18-20; 38; Jeremías 7:2-7; 17:20-26; 18:7, 8, Oseas 14; JoeI. 2:12-32; etc.).

Con frecuencia, mediante los profetas Dios elevó los ojos de su pueblo al glorioso futuro que los esperaba como nación si cooperaban cabalmente con sus propósitos para ellos (Isaias 40-66; Jeremías 33; Ezequiel 36-48; Miqueas 4; Zacarías; etc.).

La culminación de sus mensajes siempre era la venida del Mesías y el establecimiento de su reino (Isaias 9:1-7; 11:1-12; 12; 25; 52-66; Daniel 2:44; 7:18, 27; JoeI. 3:9-21; Miqueas 4:1-5:15; etc.).