EL DIOS QUE YO CONOZCO

2.01. La interpretación de las profecías - II

A veces, por causa de una o más de las siguientes razones, los libros proféticos se prestan más fácilmente para ser mal interpretados que las secciones históricas, poéticas o doctrinales de las Escrituras:

(1) Lenguaje altamente figurado o simbólico.

(2) Dificultad de relacionar los mensajes con su contexto histórico.

(3) Operación de factores condicionales en la predicción de eventos todavía futuros:

"En un instante hablaré contra pueblos y contra reinos, para arrancar, y derribar, y destruir. Pero si esos pueblos se convirtieren de su maldad contra la cual hablé, yo me arrepentiré del mal que había pensado hacerles, y en un instante hablaré de la gente y del reino, para edificar y para plantar. Pero si hiciere lo malo delante de mis ojos, no oyendo mi voz, me arrepentiré del bien que había determinado hacerle" (Jeremías 18:7-10).

(4) Transición del Israel histórico literal a la iglesia cristiana.

Por eso, el único procedimiento seguro para la comprensión y aplicación de los mensajes proféticos es un estudio sistemático de la profecía como un todo, y una familiarización completa con ella.

Sobre la base de tal estudio es posible llegar a sólidos principios de interpretación. Primero es necesario determinar con precisión qué escribieron los profetas bajo la conducción del Espíritu Santo, y qué quisieron decir con lo que escribieron.

También se necesita un estudio preciso de las palabras y las relaciones gramaticales del pasaje que se considera.

A veces se puede resolver la incertidumbre acerca de su significado sólo por una referencia al lenguaje en que se escribió originalmente.

Cada frase debe ser comprendida en relación con su contexto mayor.

En ninguna circunstancia es seguro considerar un pasaje sin referencia a su contexto literario o histórico; cada mensaje profético tenía un significado para la gente a la que estaba destinado. Una de las primeras tareas del investigador, y de las más importantes, es la determinación de ese significado.

Sólo entonces es posible llegar a una aplicación válida de las profecías para nuestros días.

La Biblia debe ser su propio intérprete; es decir, los pasajes bíblicos deben ser comparados con otros pasajes bíblicos que tratan del mismo tema.