EL DIOS QUE YO CONOZCO

4.04. (11) La exégesis hecha por Pablo

La exégesis hecha por Pablo de los incidentes históricos y de las declaraciones proféticas registrados en el AT se ajusta al molde trazado por Cristo y los evangelistas. En verdad, Pablo interpreta muchos pasajes de una manera que no siempre se hace evidente si sólo se usa el AT:

"Y nosotros también os anunciamos el evangelio de aquella promesa hecha a nuestros padres, la cual Dios ha cumplido a los hijos de ellos, a nosotros, resucitando a Jesús; como está escrito también en el salmo segundo: Mi hijo eres tú, yo te he engendrado hoy" (Hechos 13:32, 33; cf. Salmos 2:7).

"como está escrito: El que recogió mucho, no tuvo más, y el que poco, no tuvo menos" (2 Corintios 8:15; cf. Éxodo 16:18).

"Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero" (Gálatas 3:13; cf. Deut. 21:23).

"Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo" (Gálatas 3:16; cf. Gén. 12:7).

"Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos; uno de la esclava, el otro de la libre. Pero el de la esclava nació según la carne; mas el de la libre, por la promesa. Lo cual es una alegoría, pues estas mujeres son los dos pactos; el uno proviene del monte Sinaí, el cual da hijos para esclavitud; éste es Agar. Porque Agar es el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual, pues ésta, junto con sus hijos, está en esclavitud. Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre. Porque está escrito: Regocíjate, oh estéril, tú que no das a luz; Prorrumpe en júbilo y clama, tú que no tienes dolores de parto; Porque más son los hijos de la desolada, que de la que tiene marido. Así que, hermanos, nosotros, como Isaac, somos hijos de la promesa. Pero como entonces el que había nacido según la carne perseguía al que había nacido según el Espíritu, así también ahora. Mas ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre. De manera, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la libre" (Gálatas 4:22-31; cf. Gén. 16:15; 21:2; Isaias 54:1; Gén. 21:9, 10).

"Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar. Pues la Escritura dice: No pondrás bozal al buey que trilla; y: Digno es el obrero de su salario" (1 Timoteo 5:17, 18; cf. Deut. 25:4; Mat. 10:10; Lucas 10:7).

"Porque ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Mi Hijo eres tú, Yo te he engendrado hoy, y otra vez: Yo seré a él Padre, y él me será a mí hijo? Y otra vez, cuando introduce al Primogénito en el mundo, dice: Adórenle todos los ángeles de Dios. Ciertamente de los ángeles dice: El que hace a sus ángeles espíritus, y a sus ministros llama de fuego. Mas del Hijo dice: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo; Cetro de equidad es el cetro de tu reino" (Hebreos 1:5-8; cf. Sal. 2:7; 2 Sam 7:14; 1Crón. 17:13; Deut. 32:43; Salm. 104:4).

"Por lo cual, entrando en el mundo dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste; mas me preparaste cuerpo. Holocaustos y expiaciones por el pecado no te agradaron. Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad, como en el rollo del libro está escrito de mí" (Hebreos 10:5-7; cf. Salm. 40:6-8).

De esa manera los escritores del NT continuamente desarrollan, explican e interpretan las declaraciones proféticas del AT.

Estas, y otras numerosas ilustraciones que podrían presentarse, demuestran que las declaraciones bíblicas, que luego aparecen como profecías mesiánicas, tuvieron muchas veces un sentido literal y más inmediato para el pueblo que las oyó en primera instancia y fue testigo de los acontecimientos descritos.

Posiblemente su escasa visión haya limitado esas declaraciones inspiradas a sus propios días. Pero más tarde los santos profetas, guiados por la inspiración, vieron en esas mismas declaraciones un sentido profético más extenso (Luc. 24:25-27, 32; Juan 16:13; 1 Ped. 1:10-12).

Muchas veces sólo cuando Cristo o el Espíritu Santo "les abrió el entendimiento", los hombres de la era cristiana pudieron comenzar a entender las Escrituras del AT en toda su plenitud (Luc. 24:45).

Antes de eso, al igual que sus compatriotas incrédulos, pasaron por alto muchas profecías que señalaban al primer advenimiento y aplicaron mal otras que se referían exclusivamente al segundo advenimiento.