EL DIOS QUE YO CONOZCO

6.06. Jeremías - Tema

El libro de Jeremías se compone de una serie de sermones proféticos, combinados con datos históricos y biográficos concernientes a los últimos días del reino de Judá.

Haciendo uso de cuanto estaba a su alcance, Jeremías procuró contener la rápida decadencia de Judá, que rodaba por la pendiente de la depravación moral hacia la ruina. Pero sus esfuerzos en favor de la nación fueron casi totalmente inútiles. Sus exhortaciones al arrepentimiento cayeron en oídos sordos.

Jeremías fue el profeta de la religión sincera. Sus mensajes invitaban a abandonar lo externo y superficial, para volverse a lo interno y real.

Enseñaba que la corrupción tiene su origen en un corazón impío (cap. 17:9), y que sin un nuevo corazón, nuevas intenciones y un nuevo espíritu, el hombre es incapaz de hacer lo bueno (cap. 13:23). Tal cambio, destacó, sólo podría ser efectuado por un acto creador de Dios (cap. 24:7; 31:31-34).

Como otros profetas, Jeremías advirtió contra las alianzas peligrosas con otras naciones (cap. 2:36), amonestó a Judá para que se sometiera al yugo babilónico, y señaló que la rebelión llevaría la nación al colapso.

Más allá de la ruina inevitable del presente, el profeta previó un futuro glorioso para aquellos que fuesen fieles al Señor. Ambas casas de Israel retornarían; se reunirían de nuevo como un solo pueblo. Otra vez serían el pueblo de Dios, y él sería su Dios (Jer. 32:37-41). Si Israel obedecía los mensajes de reforma, la nación sería reconstituida bajo un nuevo pacto (cap. 31:31-34). Un "Renuevo de justicia" de la raíz de David sería su rey (cap. 33:14-17).