El libro tiene un tema principal: la futura destrucción de Nínive.
Por esta razón, la profecía complementa el mensaje de Jonás. Este predicó el arrepentimiento en Nínive, y por haberse humillado sus habitantes ante Dios, la ciudad fue perdonada. Sin embargo, Nínive recayó en la iniquidad, y la misión de Nahúm fue predecir la sentencia divina de su destrucción.
El orgullo, la crueldad, y la idolatría de Nínive habían colmado la medida. Durante demasiado tiempo los reyes de Asiria desafiaron al Dios del cielo y a su soberanía, colocando al Creador del universo en el mismo nivel de los ídolos de los países circunvecinos (2 Reyes 18: 33-35; 19: 8-22), pues esos reyes, al parecer, llevaban a cabo los deseos de su Dios Asur al luchar contra otras naciones.
La forma en que Asirla desafiaba a Dios debía cesar, sino era mediante el arrepentimiento de la nación, lo sería por medio de su destrucción. La derrota de las fuerzas asirias en Judá había sido predicha antes por Isaías (Isaías 37: 21-38), pero la predicción de Nahúm previó la caída final de la capital misma del imperio.