Los cuatro mensajes que constituyen el libro de Hageo tenían el propósito de reanimar el espíritu desfalleciente del pueblo, e inspirarle con el deseo de hacer grandes cosas para Dios.
Hageo se dio cuenta de la importancia del templo como la sede visible de la presencia de Dios, y como el vigoroso vínculo que se necesita para mantener unida a la nación en su lealtad al pacto y en su obediencia a la ley. Hageo alentó a los repatriados para que se esforzaran en todo lo posible para la reedificación del templo.
El mensaje de Hageo recibió -tanto de parte del pueblo como de los gobernantes- una respuesta más favorable y pronta que la que se dio a cualquier otro profeta. Por contraste, el mensaje de Jeremías fue repudiado abierta y totalmente. En realidad, la mayor parte de los profetas encontró oposición, la que se manifestó en forma de apatía y hasta desdén y persecución. Pero Hageo se destaca como el profeta de más éxito, si la aceptación inmediata de su mensaje puede considerarse como la medida del éxito de un profeta.
El mensaje de Hageo recibió -tanto de parte del pueblo como de los gobernantes- una respuesta más favorable y pronta que la que se dio a cualquier otro profeta. Por contraste, el mensaje de Jeremías fue repudiado abierta y totalmente. En realidad, la mayor parte de los profetas encontró oposición, la que se manifestó en forma de apatía y hasta desdén y persecución. Pero Hageo se destaca como el profeta de más éxito, si la aceptación inmediata de su mensaje puede considerarse como la medida del éxito de un profeta.
El noble ejemplo de los dirigentes y del pueblo es muy digno de emulación hoy día. La casa del Señor se terminó en un tiempo notablemente breve gracias a un espíritu de cordial cooperación entre los israelitas. El mismo espíritu en nuestros días conducirá a la terminación de la construcción de la casa espiritual de Dios, y al establecimiento de su reino eterno (1 Pedro 2: 5; cf. Mat. 24: 14).
Si hubiese continuado el espíritu manifestado por los, judíos en el tiempo de Hageo, las gloriosas promesas hechas a los padres por los profetas pronto habrían hallado su cumplimiento, el Mesías hubiera venido y muerto, y habría empezado su reino eterno.
El mensaje de Hageo para la iglesia de hoy día no es sólo de advertencia y amonestación sino también de gran estímulo.