Por medio del antiguo Israel, Dios tenía el plan de proporcionar a las naciones de la tierra una revelación viviente de su propio carácter santo y una muestra de las gloriosas alturas que el hombre puede alcanzar cuando coopera con los infinitos propósitos de Dios.
Al mismo tiempo permitió que las naciones paganas anduvieran "en sus propios caminos" (Hechos 14: 16), para proporcionar un ejemplo de lo que el hombre puede lograr sin Dios.
De este modo, durante más de 1.500 años se llevó a cabo delante del mundo un gran experimento que tenía el propósito de probar los méritos relativos del bien y el mal.
Finalmente quedó demostrado que, separada de Dios, la humanidad no puede ser elevada, y que un nuevo elemento de vida y poder tiene que ser impartido por el Creador.